Improvisar

 Improvisar  contra  Organizar

Amador Fernández-Savater

Crisis de la presencia. Una lectura de Tiqqun.

Silencio, pasividad y disimulo

¿Por qué se tuercen las cosas? Existe una constante bifurcación de las cosas. En la guerra se llama fricción entre el plan y los hechos. Sin embargo, sólo lo reducido a cosa es controlable. ¿Podemos vivir sin aspirar a la línea recta?

Hay muchos enfoques, y yo propongo uno: pensar con Freud, que somos seres dobles –conscientes e inconscientes-. El inconsciente sería más bien un laberinto y el sueño un laboratorio con una tendencia al desvío permanente. En el arte se ve ese laberinto.

Sin embargo lo constituido prima: ese enfriamiento, esa cristalización ridiculiza el laberinto, la formación primaria del "yo", intentando liquidar laberintos, buscando un mundo matematizable y seguro que nunca llega. Apareciendo el odio, el deseo, la tabula rasa y la pulsión guerrera para eliminar esa fricción.

Pero el control de los efectos se enfrenta siempre al descontrol de los afectos. Practiquemos entonces una ética de lo torcido. Permitámonos errancias y derivas, no por un hilo que nos lleve a una salida. Al perdernos, nos liberamos. Los planes se tuercen y hay que celebrarlo. Eso es que hay vida y que hay fugas.